ARCOÍRIS
No es fácil vivir en una pequeña
localidad siendo diferente. Toda mi vida, hasta donde alcanza mi memoria, he
tenido miedo. Miedo a comportarme con libertad. Me recuerdo en la escuela,
sentada en un rincón del patio sin participar en los juegos de mis compañeras,
no me gustaban las muñecas, ni hacer comiditas, ni la comba o el truque; mis
preferencias iban en otro sentido. Ese rasgo de mi personalidad me ha marcado,
siempre he sido retraída y modosa, aburrida decía mi hermana. Rara decía padre.
Madre callaba, pero movía la cabeza pesarosa y suspiraba.
Mi adolescencia, esa etapa insolente y
desenfadada, de disfrutar y descubrir tantas y tantas cosas fue catastrófica;
las chicas iban al baile, coqueteaban con los muchachos, lucían sus mejores
modelos y peinados; yo vestía ropas insulsas, de tonos anodinos: ocre, negro,
marengo…
Así de grises han sido mis relaciones
personales, el temor a que una inocente amistad tomase otros derroteros me ha
coartado, influido en mi comportamiento volviéndolo encorsetada y huraña.
Mi empleo en una finca de cultivos
florales sí me reportaba satisfacción; me encantan las flores, preparar la
tierra, plantar, recolectar rosas, gladiolos, orquídeas… Servíamos flor cortada
a establecimientos de toda España.
Cuando cumplí los cuarenta murió madre y
padre la siguió dos años después, mi hermana estaba casada y nunca nos
entendimos bien porque no aceptaba cómo soy; en definitiva, no había nada que
me atase al terruño y decidí dar un cambio radical a mi vida. Nunca es tarde
para comenzar de nuevo y así empecé a forjar un proyecto: tener mi propia
floristería.
En Chueca, un antiguo barrio de Madrid, remozado,
alegre y colorista, no me sentía diferente; en sus calles, casas y comercios había
mujeres como yo, sin complejos, con la cabeza alta y sin ocultar su condición.
Alquilé un pequeño local y abrí mi floristería; y como en tantas otras tiendas,
puertas y balcones del barrio colgué la bandera con todos los colores del
arcoíris.
¿Será cierto que nuestra verdadera vida
está donde se realizan los sueños? No lo sé, pero estoy dispuesta a
comprobarlo. ¡Tanta libertad por delante y solo mía!
FIN