SENSACIONES
La radio estaba encendida. La luz
apagada. Son tus palabras césped, y tu silencio oscuro, dijiste de
improviso. Lo de silencio oscuro podría
entenderlo, ¿pero palabras como césped? Mullidas, acogedoras, refrescantes, verdes… Ignoraste mis dudas y no contento con eso, te
levantaste con calma y continuaste hablando, divagando más bien, mientras
paseabas arriba y abajo el salón, con las manos trabadas a la espalda y la
cabeza baja. Tras los cristales, se fue haciendo la tarde y con las sombras marcharon
los gorriones.
“Es absurdo persistir en una casa que ha
olvidado tus gestos y mis pasos, el sonido de tu voz… Ahora me he dado cuenta de que todo, todo,
cabe en ese mutis tuyo tan elocuente: reproches, amargura, decepción… En el mío el tedio, la rutina, el desamor…
Querida, he arrancando a nuestra relación su penúltimo suspiro. Lo siento”.
Te has marchado ignorando mis lágrimas,
sin volver la cabeza. Solo queda el tartamudeo monótono de la lluvia en los
cristales, el tictac del reloj que marca tu ausencia. Es la inquietante hora de
los ruidos del silencio. En la
profunda noche alargo las manos
al sigilo, a la oscuridad. El hueco de
la almohada aún conserva tu olor. Me deslizo por las sábanas despacio; tu lado
está huérfano. Si estuvieras aquí me abrazaría a tu espalda desnuda, tan recia,
tan querida, tan mía… Pero nada de eso sucede.
La noche avanza con pereza, no
abro los ojos, no quiero ver tanto vacio.
Tu ausencia es como la sensación que queda al término de un viaje, un
viaje que deja maletas arrumbadas, fotos coloristas, ropa arrugada, recuerdos
de alegría y la flojera de retomar la rutina.
Rememoro el primer encuentro, las
primeras caricias, nuestra primera noche… Entonces todo tenía sentido. Mañana
amanecerá otro día, un ir acostumbrándome a no escuchar tu voz ni tus pasos, a
no hacer el amor, al cansancio del resentimiento; quién sabe si encontraré consuelo,
si es que existe para mí.
Si morir es amontonar en un cajón
desfondado los recuerdos, me pregunto si ya estoy muerta. Hasta que lo
descubra quiero dormir. Dormir. Dormir…
FIN
Una historia de amor que termina y de añoranza que no acaba. Poético y visual.
My bien Ángela
Muy bun relato lleno de belleza, desde la tristeza del abandono, Pilar. Me ha gustado mucho. Me quedo con esta frase: "Es la inquietante hora de los ruidos del silencio" Besos.