CRÓNICA DE
UNA INFAMIA
Felipe sintió un temblor; de sus
labios helados apenas salieron palabras cuando vio a la mujer: era Vanesa.
Se le antojó un espejismo, una cruel jugada del tiempo. ¿Dónde había estado? ¿Qué
la impulsó a esconderse y permitir que le acusasen?
Tres
años han pasado. El “Meridiano” publicó durante semanas noticias
sobre la inexplicable desaparición de la joven en el edificio Girasoles.
“Apenas se atenían a los hechos y terminó
siendo un culebrón. Lo único cierto es que éramos vecinos, que se le escapó el
agua y la ayudé a recogerla. De ahí las huellas en su piso. ¿Pero amantes?
Aquellas sospechas me arruinaron la vida, perdí trabajo, amigos…”
Emboscado, Felipe aprovechó que el semáforo cambiaba
de rojo a verde para empujarla.
Frenazos, gritos y la gente se arremolinó en torno a ella. Él volvió a tumbarse en sus cartones. Nadie repara en un obscuro indigente.
FIN