Pilar

HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE. Mientras recojo mi destino del frío suelo de la cocina, la tos cavernosa me sacude. No sé si tiemblo por ella o del terror que me produce el sobre con el nombre de la clínica en letras azules. Su sentencia. Pero me resisto a apagar el cigarrillo. Miro la carta sin verla, sin abrirla. -Es para el vecino del primero. Se han equivocado al meterla en el buzón- mi mujer, hosca, me la arrebata. Me mira disgustada y añade -: Pero tú... A lo tuyo. Suspiro aliviado, aunque sigo temblando. Lo veo en la mano, al llevarme el pitillo a la boca. FIN