DEMASIADO PARA UN DÍA
Ya
llevo tres vomitonas; no sufro gastritis ni soy anoréxica, es que tengo compromisos,
muchas comidas y quiero quedar bien con todo el mundo.
Primero
desayunar con las chicas de gimnasia, que es el último día; después del ejercicio
el zumo de naranja, un pincho de tortilla y el café me dejan como un reloj,
hasta la hora del aperitivo con las ex compañeras de la oficina para, como
todos los años, cambiarnos la lotería de Navidad. ¡Qué locas! han pedido de todo:
calamares, oreja, patatas bravas… Y bien regado con cañas.
Luego
había quedado a comer con mi madre. Sabe que me encanta la fabada, y eso ha
puesto de primero; me he metido un buen plato y aunque el pixin del segundo
apenas lo he probado, al arroz con leche he sido incapaz de resistirme. Cuando
he llegado a casa parecía una boa, la morcilla me estaba matando y ni siquiera
una generosa ración de sal de frutas me ha ayudado. Solo de pensar en merendar
con las amigas de los museos me daban sudores. Solución: meterme los dedos y
vomitar.
Un
desperdicio, pero ¡qué gusto! Una cabezada una ducha y como nueva.
La
cafetería esa es famosa por su chocolate con churros y, justo, eso tomamos,
unas buenas raciones reforzadas por media docena de porras. No sé si ha sido
por el calor que hacía en el metro, o por el atracón, el caso es que al salir
no he tenido más remedio que meterme en un bar para echar la pota. Allí mismo
he pedido una manzanilla.
Al
llegar Ricardo ya estaba en casa, esperándome. ¡Olvidé que teníamos la cena de
su empresa! Cuando le he dicho que no iba, que no me encontraba bien, no ha
consentido en escucharme. “Si no quieres no comas nada, pero tienes que
acompañarme; sabes que este año me tocaba organizarla a mí y no puedes faltar”.
Imposible convencerle.
La
verdad es que tengo buen diente y como parece que la manzanilla me ha entonado,
al final he picoteado de los entrantes: surtido de ibéricos, salmón, ensalada
de tomate con ventresca, espárragos cojonudos, y pastel de cabracho. De segundo
un entrecot que se deshacía. La tarta de milhojas del postre me la he perdonado,
y el champán también. Me apetecía más un licor de hierbas, que es bueno para
hacer la digestión.
Poco
me ha ayudado el chupito. Meterme a la cama y tener que salir corriendo al baño
ha sido fulminante. Y la tercera vomitona de medalla de oro. Mañana no pienso
abrir la boca en todo el día.
¿Mañana
es jueves? ¡Horror, toca cocido en casa de mi suegra! Igual si me tomo un
omeplazol… ¿O mejor Almax?
FIN