Pilar

MI HERMOSA HECHICERA Coloreaba en dorados la tarde otoñal. Desde algún rincón del parque llegaba el sonido de una voz hechicera. Me dejé guiar por la melodía y entonces la vi. Cantaba encarando el ocaso que dibujaba pinceladas de oro en sus rizos oscuros, en el vaporoso vestido blanco, en sus rasgos exóticos… una visión tan prodigiosa que me subyugó; cuanto más la miraba, más hermosa y misteriosa parecía. Así conocí a Kalimba, un espíritu libre que nada me prometió, pero que mientras estuvo a mi lado era como si se abriese un balcón a la vida porque a cada momento se reinventaba y cada minuto era un regalo, un renacer, un poema. Cierto amanecer, cuando llegaron las golondrinas colonizando rincones y afanándose en hacer nidos, Kalimba voló de mi vida. Los amores eternos son tan cortos…y ella estaba hecha de la materia que nutre los sueños, y los sueños se desvanecen. Ruego para que llegue el día que, al despertarme, descubra que puedo vivir sin ella; entre tanto, sobrevivo alimentado por su mágico recuerdo. FIN