Pilar

 Fotografía original de Michele Cohen



                                               LOS DÍAS BRUMOSOS
Son muchos los días que no puedo con mi vida, especialmente los que, como hoy, amanecen brumosos, con girones de niebla enredados entre los árboles otoñales. Es duro estar solo; los recuerdos acompañan, sí, pero tras el agrado de rememorar un suceso o un encuentro viene la nostalgia, el dolor de saber que ya nada de eso volverá a suceder, que esas personas, los seres queridos, ya no están. Quedo yo, yo solo; bueno, están las chicas, pero ellas tienen su vida, sus obligaciones, su casa… 
¡Qué razón tenía Amelia!, parece que la estoy oyendo: “Fernando, ven a la cocina y mira cómo hago esto. Guarda los recibos del banco en su carpeta, ahí, en el segundo cajón.  Entérate un poco porque si no, el día que yo llegué a faltar…”
Anda, anda, le replicaba yo, seguro que me entierras, si te saco una pila de años y estás como una rosa. Se me fue de la noche a la mañana, sin tiempo para nada y me encontré sin saber qué hacer con mi vida. Tanto como yo había despotricado de mis yernos; no, a mis hijas no les decía nada, pero con Amelia me despachaba: serán muy buenos, pero son unos calzonazos, si solo les falta parir, porque el resto lo hacen todo en la casa.
Como siempre, ella tenía razón y ahora mejor me iría. La asistenta una vez a la semana me soluciona la limpieza y la ropa, pero los papeles, las facturas… Lo bien que me vendría ahora saber guisarme unas lentejitas, por ejemplo, en lugar de comerme unas de bote. Aunque, a estas alturas, ya no tengo gusto por nada, ni alicientes, ¡qué hago ya en este mundo! No sirvo más que para dar incumbencias, cuando no tengo que ir al médico es hacer alguna gestión, o compras y me siento inútil, yo que en mi trabajo fui un líder que no se me ponía nada por delante y ahora me ahogo en un charco. Cualquier día tiró por la calle de en medio y se acabó, un problema menos para mis hijas.
Vaya, ahora parece que quiere abrir el día; mi Amelia lo decía: mañanita de niebla, tarde de paseo, y que agradable está el parque, con los árboles que parece que los han bañado con miel, tan brillantes y dorados; sería bueno salir a dar una vuelta esta tarde, pero ¿adónde voy yo solo? A sentarme en un banco con otros viejos que nada más hablan de enfermedades, de lo mal que está todo… ¡Menudo plan!
Y ahora el teléfono; será uno de esos plastas que quieren venderme algo, porque otra cosa…
Abuelo, que dice mami que si me puedes recoger esta tarde en el cole, que ella no puede y papá está de viaje. Podíamos ir al parque, a los columpios hasta que venga mamá a buscarme, porfa, abu…
Vaya, parece que definitivamente hoy habrá sol.

                                                                 FIN