EL PERRO OVEJERO
Chucho,
mi perro, está enamorado de Boba, una oveja merina. Chucho cuida del rebaño y en cuanto le tiene bajo control se arrima a Boba; ella, al principio,
salía corriendo pero últimamente creo que se deja cortejar.
Hoy
he pillado al perro encaramado sobre el lomo de Boba. ¡Vaya pareja! Los he dejado en paz, que disfruten un rato,
total, no creo que tenga consecuencias.
Me
equivocaba. Boba está preñada y parece
que la cosa va para adelante; el veterinario está emocionado.
La
oveja ha parido un… no sé cómo definirlo. ¿Perroveja? La cría tiene la cabeza
del padre y el resto como la madre. Se morirá.
Pues
no se ha muerto. La hemos puesto Chuba de nombre y la granja se ha convertido
en una atracción turística para los vecinos. Me pregunto qué pasará cuando
oigan a la cachorra ladrar.
Ya
se ha corrido la voz; ha salido en la prensa y ha venido la televisión para
hacer un reportaje.
Como
Boba, Chuba tiene las patitas finas y luce una lana suave y rizada. De Chucho
ha heredado buenas orejas, una cola larga, el morro chato y los colmillos ya
apuntan; lo mismo come hierba que roe un hueso.
La
comunidad científica está interesadísima en investigar a estos animales tan
atípicos, especiales, incluso se han ofrecido a comprármelos. Me estoy dejando
querer; ¿a cuanto podrá subir la cifra al enterarse de que Chuba da leche?
FIN