Pilar






 QUERIDO NENETÓN


Mi Quique pasa por delante de la verja del parque arrastrando un palo por los barrotes. Al tatatatatata que provoca se une su vozarrona, un griterío que sube o baja, que acelera o ralentiza dependiendo de la fuerza y velocidad que imprime al juego. Cuando llega al final del enrejado se ríe a borbotones con alegría de fiesta grande, con risotadas desmedidas. Y vuelve a empezar desandando el camino hasta llegar a mi lado.
Siempre elijo el banco más apartado. A las mamás de los otros niños les asusta que mi Quique juegue con ellos. Él los mira, los imita y palmotea. A veces quiere acercarse a ellos; no le dejo y llora, se muerde la mano, patea y se tira del pelo. Le abrazo y le canto: ¡vamos de paseo, pi,pi,pi! Le gusta esa canción, es como el interruptor que le cambia el chip. Se balancea y vuelve a reír. Agarra el palo y corre hasta los barrotes.
Así es mi Quique, mi querido nenetón.

                                                         FIN