LA HORA DE LOS GRILLOS El aroma a café me despierta. En la penumbra, los objetos se reflejan borrosos en el espejo; también mi imagen marchita. ¿Quién soy? Negás la realidad, diagnosticó la porteña, psicólogo en un pasado mejor; odiás tu vida, lo que sos. Puede. Pero, cómo romper la dinámica. Adónde volver. En el pasillo reptan zapatillas perezosas, oigo bostezos, voces roncas de alcohol y humo. Juro que será la última vez; abandonaré esta casa, bulliciosa a la hora negra de los grillos, sosegada cuando la mano pálida del alba apaga las estrellas. En la mesilla, los euros golosos me eclipsan la intención. Quizá mañana. FIN
UN GRAN AMOR
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*UN GRAN AMOR*
Llevábamos meses saliendo, sabía que Alejandra tenía una perrita, pues me
hablaba de ella y algunas veces se marchaba antes para sacar...
Hace 2 semanas