Pilar

Las cosa que uno olvida suelen ser las que valdría la pena recordar: los ojos de mirar la lluvia, una sonrisa inesperada, aquella puesta de sol o el poema perdido en no sé qué libro que, entonces, me hizo feliz. FIN
Pilar

UN PELDAÑO MENOS Ni subido a una escalera conseguiría besarte. Siempre lo supe, aunque vivía aferrado a tu perfil. Desde el banco del parque en el que pasaba las horas te veía trajinar, a través de la cristalera, y soñaba ese beso imposible. El día que descubrí el cartel de “Se traspasa” también mi quimera pereció atravesada. Ya, ni brillando el sol me abandona la sensación de penumbra, de oscuridad; la misma que envuelve el local desamparado, frío sin tu cálida presencia. ¿Qué me queda?, la luna, el fulgor de las estrellas… Y la amargura, porque nunca reparaste en mí, ¿quién mira a un mendigo? FIN
Pilar
DULCE ESPERA
Para que no se enteren de que me he marchado me desvanezco del dormitorio, pero el hedor a flores marchitas, a lodo, queda prendido en el aire, en los rincones, en los muebles… Están dormidos; ella abrazada al pecho de mi viudo, todavía ambos con el pánico pintado en los rostros crispados. No se merecen este gesto generoso. No después de la traición que acabó con mi cordura, con el gusto por la vida. El vientre de ella, palpitante de vida nueva, me llena de envidia. De ternura. Por eso me disipo. Regresaré dentro de cinco meses. No hay prisa, tengo por delante una eternidad. FIN
Pilar

SALVADO POR UN BESO Es el diluvio, pero no mi barca, hoy no es mi día pensé mientras me llovían los golpes y estaba a punto de derrumbarme. Me salvó la campana. Tenía que seguir. Era mi oportunidad, el bienestar de mi familia. Los ojos fieros de mi oponente me decía que yo estaba perdido y él tan seguro de ganar que decidí que lucharía hasta el final, aunque me dejase la vida. Entonces vi a mi hijo. Lloraba abrazado a su madre, me suplicaban con la mirada. Ella movió la cabeza despacio, de un lado a otro, sus labios dibujaron un beso, un “te quiero”. Y tiré la toalla. FIN