AMBIGUEDAD
Jonás odiaba el río. Lo odiaba desde que el señor cura le contó aquella
historia del pez.
En el pueblo algunos lo aseguraban, y que fue por entonces que empezó con
los desvaríos; con frío o calor llevaba un impermeable amarillo, se negaba a
comer pescado y hasta a lavarse o beber; ni siquiera mojaba los dedos en la
benditera cuando entraba a la iglesia.
Por el contrario, otros decían que estaba fascinado por la torrentera,
que le veían recorrer la ribera, pasar horas sesteando entre los juncos, o acechando
el cauce con la mirada prendida del agua.
Lo único cierto es que, a Jonás, el loco del pueblo, lo encontraron
flotando en el río, mecido por la suave corriente mientras canturreaba una
canción infantil. Llevaba su impermeable amarillo y un bañador verde con
dibujos de peces.
FIN