EL TIEMPO ENTERRADO
Bajo la primera capa de barro, aparece una imagen sorprendente.
Amuro el escobón, el cobertizo puede esperar; se avecina otra tormenta. Rescato la caja y, al desenfangarla, aparece la imagen completa: un velero. El niño que era cuando la abuela me la regaló, fantaseaba con ser corsario, aventurero.
Resulta sorprendente que, aún sepultada, oxidada, custodie mis añosos tesoros. Un rizo, fotos, canicas… objetos ligados a momentos especiales, a recuerdo de los que apenas guardo memoria vuelven a mí nítidos. Gento y Zarra me sonríen bajo la cera que recubre las chapas; intento un toque y los dedos artríticos protestan negándose a obedecer.
-Abuelo, ¿a qué juegas?
-A ser niño otra vez.
FIN