Pilar






MI AMIGO INVISIBLE


Le pregunté si podía quedarme con su canica; me gustaba la azul con rayas amarillas, la más gorda; rodaba muy bien y siempre ganaba a todas las demás. No quiso dármela. Se la cambiaba por cinco de las mías. Por ocho. Le daba hasta la de plata. No quiso. No es de plata, dijo. Entonces le empujé. Le empujé fuerte. Mucho.
Ahora juego solo. Y nunca saco la canica azul con rayas amarillas; a veces desaparece.

                                                         FIN