Pilar
DESDE LA DISTANCIA Se nota con mirarte que no te han querido bien. No es difícil adivinarlo, los ojos huidizos, ese gesto nervioso de las manos y el más indicativo: replegarte evitando la cercanía, el contacto. Paseas por el jardín como un espectro, añorando las rosas aún sin abrir, sin apenas fijarte en la belleza que te rodea. Cuando te veo así tengo que frenarme para no correr a tu lado; ansío abrazarte, acunarte y repetirte bajito que estás a salvo, que yo cuidaré para que él nunca más pueda dañarte. Sería maravilloso acariciarte el pelo. A veces lo llevas suelto, desplegado por la espalda como una mantilla negra; es como más me gusta. Cuando sales con él siempre lo llevas recogido. Cuando sales con él siempre vas un paso por detrás, mirando al suelo, sin hablar. Cuando sales con él me hierve la sangre. Es terrible estar a tu lado y saber que nunca te podré tener. Es terrible que la primavera venga tardía. Es terrible ser el insignificante jardinero que cuida tus rosales. FIN