
NAUFRAGIO
Me despertó el estertor agónico de mi compañero. Lo siento, dijo sin voz. Te quedas solo. Haz lo que tengas que hacer y reza para que te encuentren rápido.
Llevaba dos semanas haciéndolo, desde que el pesquero fue a pique. Encaramado a la barca auxiliar, milagrosamente intacta, di gracias al cielo por mi amigo superviviente. Por mí.
Poco duró la alegría, casi tan poco como la comida y el agua que redimimos del mar embravecido.
Recé mientras le cerraba los ojos. Mientras le quitaba el pantalón. Mientras me inclinaba y le hincaba los dientes en el muslo exánime.
FIN