Pilar
UNA CASA DE ENSUEÑO El pasillo conducía al salón, presidido por el retrato de una bella mujer. Parecía sonreírme, invitarme a mirarla. Los ventanales se abrían al jardín, tan decadente como el resto del caserón, pero nada justificaba el ridículo precio que pedían. -El heredero vive en París y quiere liquidarla- aseguró el vendedor. Todavía dudé al escuchar ruidos en el piso superior. Provenían de uno de los dormitorios; olía a perfume y supe que ella estaba allí. El vendedor también lo percibió y sonrió nervioso. Extendí un cheque y le despedí para quedarme a solas con mi espectral fantasía. FIN