Pilar

UN PELDAÑO MENOS Ni subido a una escalera conseguiría besarte. Siempre lo supe, aunque vivía aferrado a tu perfil. Desde el banco del parque en el que pasaba las horas te veía trajinar, a través de la cristalera, y soñaba ese beso imposible. El día que descubrí el cartel de “Se traspasa” también mi quimera pereció atravesada. Ya, ni brillando el sol me abandona la sensación de penumbra, de oscuridad; la misma que envuelve el local desamparado, frío sin tu cálida presencia. ¿Qué me queda?, la luna, el fulgor de las estrellas… Y la amargura, porque nunca reparaste en mí, ¿quién mira a un mendigo? FIN