RECOMPENSA
-¡Imbéciles!
La escena, habitual, sublevaba a Pedro. Cuatro adolescentes acosaban a David y Santi; éste, aferrado al pictograma que llevaba al cuello, miraba al vacío. El otro se mecía atrás, adelante, con las manos apretadas contra el estómago y profiriendo un quejido monocorde.
-¡Tarados!- insistían carcajeándose.
Consciente de que le acarrearía una sanción, Pedro tiró de freno y abrió las puertas obligando a los pendencieros a bajar del autobús.
David cesó de balancearse, de emitir sonidos. Santi compuso un remedo de sonrisa; Pedro suspiró satisfecho; en un año, era la primera mueca que veía en el semblante ausente del niño.
FIN
TRADICIONES FAMILIARES
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*TRADICIONES FAMILIARES*
Hace tiempo que no me siento tan cercano a mi familia. El hecho de no
acatar sus deseos de casarme con la mujer que habían e...
Hace 2 semanas


