LOS
VECINOS DEL BAJO
Lo
he visto todo a través de la ventana, la tenían abierta. Marcelo y Sara viven
en el bajo y yo enfrente, en el primero. Es una pareja agradable, de mediana
edad, de esas que cuando pasa un drama así nadie se explica porqué. Yo
sospechaba la causa: celos, ignoro si justificados. Él era muy galante y siempre tenía un
requiebro una sonrisa cortes cuando nos cruzábamos. Y la verdad es que entre la
pareja no era la primera vez que oía reproches y presenciaba empujones y
cachetes; no me gusta entrometerme y nunca he dicho nada.
Anoche
la mesa que tienen debajo de la ventana estaba preparada para la cena, un
mantel de cuadros azules y blancos, los platos de duralex, una barra de pan y
la jarra con agua. Marcelo parece que llegaba más tarde de lo habitual porque
Sara le recibió con malas maneras. La discusión no sé como ha empezado; me he
asomado al escuchar un portazo y voces. La mujer le acusaba de engañarla, que
por eso llegaba tarde, que la ropa le olía a perfume. Él parece que quería
contemporizar y calmarla, pero ella cada vez estaba más desquiciada. Marcelo ha
hecho intención de salir del saloncito y ella gritaba: de aquí no sales.
Coger
la jarra y estampársela en la cabeza ha sido visto y visto. Él se cae como un saco y Sara, con el impulso
y supongo que por el agua derramada, resbala y se golpeó en la nuca con el
borde de la mesa.
Y
eso es todo lo que le puedo contar, señor comisario. ¡Una tragedia, quién lo
iba a pensar, tan agradables que parecían!
FIN