EL PRECIO DE UNA LÁGRIMA
Los hombres que a mí me enamoran, saben llorar.
Virginia lo dijo con tanta firmeza que tragué saliva y la sonrisa, que momentos antes de su inapelable aseveración afloraba a mis labios, quedó congelada.
Ella me miraba seria, esperando mi reacción, jugueteando con un delicado pañuelo bordado con sus iniciales. Y yo no quería, ¡no podía dejarla escapar!
La incipiente sonrisa se ensanchó, creció hasta transformarse en carcajada. Una carcajada incontrolable, casi histérica, que me llenó los ojos de lágrimas.
Enhorabuena por este merecido premio. Como ves las alegrías tampoco vienen solas. Y a veces tienen que ver con las lágrimas. Un abrazo.
Javier
Un microrrelato estupendo, con un título precioso. Felicidades
Pilar, felicidades por el premio y por el texto, estupendo. Un abrazo