Pilar







                                  LA FAENA

  SOÑADA

El cinqueño serio, bien armado, trota por el ruedo.  
Lo paro y las puntas astifinas se encelan tras los vuelos de mi capote.  Pongo al zaino en suerte con cuatro largas cambiadas rematadas por una revolera. Con un quite por navarras le saco del peto del caballo y me adorno por gaoneras y molinetes.
La cuadrilla ejecuta el tercio de banderillas y, mientras, estudio al animal: cabecea y derrota por el pitón derecho.
Inicio la faena de rodillas y, raudo, pies juntos, a dos manos ejecuto una serie de manoletinas.
Una tanda de naturales con la mano baja, la cintura quebrada, cargando la suerte.  
Lo cuadro con dos pases de trinchera; el brazo por delante, firme. Lo pasaporto sobre la misma boca de riego y. Pañuelos como palomas revolotean en las gradas. La puerta grande se abre, los gritos de maestro y las palmas acompañan la vuelta al ruedo.  
—¡Maestro, maestro! Amos ya, se acabó la siesta. Espabila. Hay que empezar a vestirse.


                                                                          FIN
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